Opinión

Del 15 M al 26 J: Voto ciego, voto picaflor o voto que vaya al tajo

“Su majestad escoja”, como le dijo Quevedo a la reina. Aquí el rey es, o debe ser, el pueblo soberano, el “demos”, el pueblo organizado, no el invertebrado que se mueve bajo el impulso de las vísceras. El pueblo formado y sensato, dueño de lo que quiere ser, superando a quienes votan ciegamente fieles a una marca con la que se emboscan los corruptos.  Un pueblo por ello inmune a los volátiles que carecen de criterio y van de idea en idea como de flor en flor. El suyo es el voto que va al tajo; que no se queda en casa, sino apoya reflexivamente aquello que quiere; un pueblo que no se queda quieto después, sino que exige cumplimiento de los programas, porque la democracia representativa, necesaria para una sociedad organizada, no puede trabajar sin la escucha, el diálogo permanente, con aquellos que, con sus votos, les han puesto ahí, para hacer viable su mandato. Porque una elección es un mandato puesto en manos que se consideran capaces para ejecutarlo, no en manos de estrangulador, no en manos alocadas, de lengua calentona, porque es fácil, muy fácil meter un dedo en la llaga y en el ojo. No es fácil poner los cinco sentidos, y aún el sexto,todos los dedos, los gestos, los pasos, a trabajar para repartir riqueza, para sacar del hoyo, para abrir caminos y derribar murallas.

Venimos de un despertar; de una indignación colectiva: un 15 M que luego se hizo espejo para otros pueblos. Dicen que un tsunami empieza con una leve agitación en la profundidad del mar, que luego vieja hacia una costa, y crece y arrastra a medida que va perdiendo hondura, hasta que descarga en una tierra que se creía firme, impune, segura. Y descargó. ¿Quién puede olvidar el interés que tenía Esperanza Aguirre en que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado irrumpieran en la puerta del Sol, al modo en que lo hicieron bajo el mandato de O´Donell? ¿Cómo echar en el olvido la negación de Rubalcaba, porque esas fuerzas estaban, están (no lo olviden cuando quieran imponer la Ley Mordaza) para resolver problemas, no para crearlos?

La crisis era un tornado, un retorcido, un twister que se llevaba por delante a las clases medias, sostenedoras de la sociedad (hoy tres millones de ciudadanos de esa clase se han hundido), a las clases más desfavorecidas (hoy dos millones están sin ninguna protección, y no hablemos de las condiciones de lo que llaman trabajo). Todo se ha caído a tierra. como en zona de guerra, bajo el imperio del corte y del recorte, mientras los masacrados asistían, asisten, al espectáculo de la corrupción y el fango que Garzón denuncia, escuchan el sonido que produce esta nueva versión de manos tijeras, anunciando nuevos tajos, y ven el enriquecimiento indebido, los colectores de alcantarilla donde ratas se llevan los millones hacia “paraísos” fiscales. ¡Qué indignidad!, llamar paraíso a esos turbios lugares donde tienen refugio, en el mundo, 25 billones de euros.

 Era una consecuencia lógica que, ante ese tornado y retornado, crecido a cada vuelta, que todo retorcía como un exprimidor, se produjera como respuesta un tsunami; y fue aquí, en la Puerta del Sol, y luego proliferaron las acampadas en todo el territorio español, y vinieron réplicas como la primavera árabe, y hasta el movimiento Occupy Wall Street, cinco meses después, en los EE.UU. Y llegaron, al encuentro, las mareas en España, porque, tras el triunfo del PP, el retorcido seguía arrasando con más fuerza, exprimiendo a la sociedad española impunemente, mientras crecían los corruptos y los corruptores, y esos movimientos cívicos eran apaciguados, acaso por aplicación sin contemplaciones de la Ley Mordaza. Algunos vieron la oportunidad y se encaramaron a la ola, hicieron surfing, se apoderaron de su nombre, pero sin competencia para dirigir esa fuerza, emanada del pueblo, hacia una creatividad que desmontara los cepos y construyera prosperidad. Era, es tiempo de reemplazar el grito incompetente que acaricia los oídos, por el sonido de la fuerza del trabajo; la inanidad que pone cepos y cadenas, que ahora se presenta poniendo buena cara, por el desprecio olímpico de aquellos que ya le vieron el rostro. Hay que pasar de la indignación a la regeneración democrática, como pide la obra colectiva que coordina Olga Belmonte. Hay que transitar desde el cabreo al compromiso colectivo, bajo el imperio de la ética cívica que, por largos años, quizás siglos, quienes tenían la encomienda de practicarla y enseñarla al pueblo español, no lo hicieron. “Nos hacen nacer con cuentos, nos alimentan de cuentos y nos entierran con cuentos”, protestaba, indignado, León Felipe. “No somos mercancía, en manos de políticos y banqueros”, protestaba el 15 M, mientras daban cuenta de la “democracia que percibían”, falseada, sin ciudadanos; la democracia que querían; de la democracia que vivían en aquella asamblea permanente de la Puerta del Sol.

No basta una democracia, si no nace del pueblo organizado, y en esa organización, en esa vertebración que Ortega echaba de menos, tiene que hacerse oír la voz del pueblo, sus necesidades, propuestas e ilusiones, que sea palanca ejecutiva en aquellas manos competentes que la pongan en ejecución. No es tiempo de cantamañanas-calienta oídos; populistas, que dicen a los no pensantes lo que quieren oír, envuelto en gritos que mueven emociones sin ideas. Además de dedos metidos en aquel ojo que pretende hacernos ver que sin él todo es caos, necesitamos manos competentes que se pongan al trabajo; manos, esas sí, limpias; no las enmarranadas, que bajo guantes de seda oculten garras de fiera que amontonan para sí mientras nos ahogan.

La sociedad española ha podido ser testigo, mártir decían los griegos, de quién lo ha intentado y quiénes lo han impedido; de quién ha dado el paso, asumiendo una responsabilidad de difícil cumplimiento, de quién vocea como canquillero, y quien ha permanecido en silencio, con los brazos cruzados, teniendo la encomienda, hecha por el Rey, para formar gobierno, y no se ha dirigido a ningún interlocutor, sabiendo que le volverían la espalda. No los ha tenido, y no es de extrañar, con su busto parlante refugiado en “ruedas de prensa” sin preguntas  o tras el plasma. Le había dicho C`s que era posible si cambiaban ese busto, pero al parecer le gustaba demasiado el pedestal. Otros preferían el sillón, la foto, el insulto, el bloqueo…

Merced a ese bloqueo de pinza, estamos convocados a las urnas el próximo 26 de junio. No es una segunda vuelta como algún Humpty Dumty está empeñado en hacernos creer, porque si tal cosa fuera, sólo comparecerían los dos partidos más votados: el PP y el PSOE. Para el primero, sería un desastre la regeneración cívica, política y económica pendiente. El 15 M no ha muerto. Cada uno se fue a su casa, pero sólo hay que ver la concentración en la Puerta del Sol del pasado domingo, 15 de mayo, para saber que volvería con renovados bríos, si no se da salida a la situación presente, que ha empeorado para las clases media y trabajadora, desde la que le diera origen.

Hay que dar salida sensata a esta situación, ponerla en manos capaces, porque hay mucho que resolver en esta crisis social, económica, política e institucional en que nos han metido.

Su Majestad escoja.

 

Ángel Martínez Samperio

Ángel Martínez Samperio

Técnico Superior en Relaciones Públicas; Licenciado en Ciencias de la Información, rama publicidad y relaciones públicas; diplomado en Marketing Management; diplomado Product Manager; diplomado en imagen corporativa; acreditado como experto colaborador del antiguo S.E.A.F P.P.O, luego INEM, y Licenciado en Teología.

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