Opinión

Tú, lector, eres idiota

Los medios de comunicación son cómplices de una larga serie de fracasos lenta y repetidamente no reconocidos y no corregidos, desde lo local a lo estatal, que nos han traído hasta este presente. Los líderes de esta industria distraen nuestra atención con la destreza de un ilusionista. La razón de este fracaso no es un misterio. La información en muchos casos viene delimitada por intereses más grandes y como dirigentes de los medios de comunicación por las migajas que derivan del poder.


La generación más preparada de la historia, también en los ámbitos de la información, posiblemente esté en paro, trabajando como camareros en algún país de nuestro entorno, o mal viviendo en trabajos precarios que nada tienen que ver con su formación. Y algunos, mentes excepcionales con una inquebrantable devoción por difundir las noticias, forman cooperativas, medios online, con más voluntad que recursos. Pero estas voces son una minoría que no tienen la más mínima oportunidad contra el circo cuando el circo llega a la ciudad. Ya no sorprende que la mentira quede impune y el humor o la sátira política constituya un delito. A veces me pregunto: ¿qué más hace falta para abordar una ley de medios que garantice un derecho humano reconocido en la carta de naciones unidas?

Nada es más importante para una democracia que unos electores bien informados.

Sin embargo, estos caciques, con el monopolio de las ondas, el papel y la tinta, no nos presentan las noticias en un contexto más amplio, porque las noticias no se producen en el momento en el que se escriben o se emiten. Al contrario, son los adalides de la  insinuación, la especulación y la sandez. Nos sirven las noticias como camareros, porque creen que “semos idiotas” y que nos gusta que nos pre-cocinen los hechos. Estos profesionales supeditan sus opiniones a las corporaciones, sus clientes publicitarios o intereses políticos de cualquier nivel, sin hacer ningún esfuerzo por presentar opiniones informadas diferentes de las suyas. Contrastar las noticias se ha convertido en un ejercicio inocuo en el ámbito de los medios de comunicación, cuando en realidad es la piedra angular de este digno trabajo.


Me niego a pensar que la información sea un producto de consumo, aunque los hechos se empeñen en presentarme como un idiota más.

Javier Castello

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