Opinión

El laberinto de los pactos

Pues ya hemos terminado el año. Hace un año pronosticaba en estas mismas páginas lo emocionante e incierto que se las prometía el año 2015 que comenzábamos, con un ciclo de citas electorales que, tras los años de crisis, protestas, casos de corrupción, recortes salvajes y el reto catalán, se abría un periodo en el que, primero las municipales, las elecciones catalanas después, y para rematar unas elecciones generales, que daban la oportunidad de comprobar si el famoso cambio político, si el bipartidismo o inclusive el propio régimen, se resquebrajaban para alumbrar un nuevo cambio en nuestro país. Pues bien, estamos aquí, en el 2016, pasadas ya todas las citas electorales y parece que esto no ha hecho más que empezar. Si bien las municipales trajeron un cambio en muchos municipios y en muchas de las capitales de provincia que apostaron por candidaturas de Unidad Popular, a nivel autonómico el fin del bipartidismo se ha hecho esperar, y han sido los partidos tradicionales, PP y PSOE, los que se han repartido el mapa autonómico, apoyados en uno u otro caso por los partidos emergentes, Podemos y Ciudadanos.

Las elecciones Catalanas y las generales solo han traído, sin embargo, una certeza: Que nadie en el panorama político, tanto en Cataluña como en el resto de España, quieren ni a Artur Mas ni a Mariano Rajoy al frente del reto político que tenemos por delante. Su obcecación por atrincherarse en sus respectivas posiciones, escudándose tras el escudo del independentismo uno y del nacionalismo español el otro, en buena medida para tapar lo verdaderamente importante que han sido los salvajes recortes que han practicado uno y otro en los servicios públicos y los derechos sociales de la población, así como para desviar la atención de los innumerables casos de corrupción que han aflorado alrededor de ambos líderes políticos.

En el caso de Rajoy hay que añadir el rodillo con el que ha gobernado gracias a la mayoría absoluta de la que ha disfrutado, que le ha hecho ganarse la enemistad política de la gran mayoría de los grupos políticos, lo que unido a la promesa de regeneración realizada por las nuevas formaciones, le hace muy difícil formar gobierno tras los resultados obtenidos el pasado 20D. Siempre, claro está, que el PSOE aclare sus prioridades. Así como en el caso catalán, la CUP ha demostrado coherencia política y ha antepuesto su condición de organización de izquierda cuyo fin es la defensa de la clase trabajadora y su rechazo a los recortes llevados a cabo durante el último gobierno Convergente, así como al entramado corrupto montado alrededor de Convergencia y Artur Mas, el PSOE tiene que demostrar si antepone la necesidad de un cambio que desbanque al gobierno de Rajoy, el de los recortes sociales, el de la Ley Mordaza, los impuestos al Sol, el partido del “Que se jodan” a los parados, el que ha dejado sin recursos la Ley de Dependencia, o si por el contrario, como demandan algunos de sus barones y baronesas, anteponen la defensa de una concepción uninacional del Estado contaría a los principios mismos de la organización (recordad el Gora Euskadi Askatu de Felipe González en las primeras elecciones). Porque alinearse con los postulados del nacionalismo español más rancio solo certificará lo que algunos ya pronosticamos hace tiempo. Que el el PSOE dejó hace años de ser un partido Obrero, que en las últimas décadas ha dejado también de ser Socialista y que ya solo le queda de su nombre fundacional el termino de Partido ( aunque a veces cuesta creerlo) y sobre todo el de Español.

Con respecto al caso catalán, solo una apreciación. Es curioso que en estos tiempos que se reclama más democracia interna dentro de las organizaciones políticas, cuando una de ellas, en este caso la CUP, hace el mayor ejercicio de democracia y transparencia que se haya visto en el panorama político español, se les acuse de no sé cuántas barbaridades. Ojala todos los partidos políticos tomasen las decisiones de tanto calado como la que acaban de adoptar en Cataluña consultando tan abiertamente a sus bases y no se tomasen en pequeñas reuniones de las elites de cada organización. Aunque discrepo de su visión de España y Cataluña, tienen todo mi respeto como organización.

En pocos días sabremos si Cataluña vuelve a las urnas, la cuarta en tres años sin contar el amago de Referéndum del año pasado. En unos pocos más sabremos si el los socialistas consiguen hacerse valer dentro de su organización y articulan una alternativa de gobierno apoyada por las formaciones de izquierda del parlamento, o si por el contrario, ceden a las presiones de esa parte del partido que antepone lo español a todo, aunque eso signifique renunciar a los vestigios que queden en el partido de Socialista y Obrero, prolongando unos años más, veremos cuantos, el gobierno de los recortes, de la Gürtell, de la Púnica, del Castor o del Palma Arena. Curioso que la adalid de esta posición sea la Presidenta del partido de los ERE. ¿Tendrá algo que ver? Veremos.

Carlos Barrero

Carlos Barrero

Inconformista por naturaleza. Defensor de causas perdidas. Activista sindical y militante de MIA Pinto y Ganemos Pinto. http://www.cabalarojo.blogspot.es

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