Opinión

El principio del cambio

Durante los últimos meses, desde antes de las elecciones europeas del 25 de Mayo, diversos movimientos sociales junto a partidos del espectro de la izquierda real comenzaron a crear sinergias con el objetivo de implementar un espacio de confluencia donde converger para transformar la sociedad y la política para que la ciudadanía recupere su protagonismo como eje central de estas políticas y dejen de ser un mero espectador de como una élite decidía sobre la vida y las relaciones sociopolíticas de aquella, muchas veces dirigida por intereses espurios que nada tiene que ver con lo que la sociedad demanda y que incluso chocan frontalmente con los intereses de esta.

Tras la plataforma promovida en Barcelona por Ada Colau y los distintos movimientos sociales, una cadena de “Ganemos” han ido eclosionando en muchas de las capitales de provincia y en numerosas localidades de la geografía. De distinto origen, (unas promovidas desde los movimientos sociales como Ganemos Madrid, otras creadas desde los partidos municipalistas de izquierda ya existentes como algunos Ganemos de la periferia sur de Madrid) todos estos movimientos giran en torno a unos pilares básicos comunes como son:

  1. Su espíritu asambleario donde fomentar la participación ciudadana y la creación de políticas pensadas por y para el pueblo.
  2. Una nueva ética política articulada a través de un código ético que exija transparencia en el ejercicio de la actividad pública y la no perpetuación en los cargos y una remuneración acorde con la realidad social.
  3. La defensa de los servicios públicos como elementos fundamentales en la redistribución de la riqueza y en la disminución de la brecha social entre la clase trabajadora y las clases media y alta.
  4. Unas políticas dirigidas a conseguir una ciudad sostenible y respetuosa con su entorno, que compaginen los intereses económicos con el respeto al medioambiente y promueva un crecimiento sostenido que consiga un modelo de ciudad mejor para las generaciones venideras.

Este movimiento representa un paso muy importante en la consecución de un objetivo común: la derrota de las políticas neoliberales aplicadas por el PP y PSOE y el derrocamiento de un régimen que ha dejado el interés general de la ciudadanía a un lado para satisfacer las apetencias voraces de un sistema y una clase dirigente en materia económica donde el beneficio empresarial y la acumulación de la riqueza por parte de una oligarquía económica prima sobre la clase trabajadora. Estas confluencias buscan la consecución de un proyecto en el que primen las políticas dirigidas a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, la defensa de los Servicios Públicos y la ética política por encima de intereses ajenos al interés general.

Todo este proceso que arranca en estos días no será sencillo. Habrá que lidiar con ataques furibundos lanzados desde el bipartidismo imperante y por sus medios de comunicación afines. Habrá, también, que limar diferencias, lógicas por otra parte, entre los integrantes del proyecto y llegar a consensos sin sectarismos ni líneas rojas. Para esto último habrá que ser abierto al dialogo, receptivo a los diferentes puntos de vista y con amplitud de miras. Desde mi punto de vista, habrá que tener claro que, aun reconociendo que, como algunos compañeros expresan en estos días, el conflicto viene dado entre la base trabajadora de la pirámide social que la sustenta y las elites social, económica y política que están instauradas en lo alto de ella (es decir, entre los de abajo y los de arriba), es de justicia reconocer el hecho de que muchas de las medidas y políticas que defendemos aplicar para dar solución a este conflicto pueden ser asimilados con principios y postulados asumidos tradicionalmente por la izquierda. Desde las posiciones de izquierda, tenemos que asumir que aunque esto sea así, los movimientos ciudadanos intentan superar la dicotomía izquierda-derecha para dar cabida y soluciones a un amplio grupo de ciudadanos que, por uno u otros motivos, están o se han quedado fuera de este eje político y no se sienten identificados con los términos clásicos.

En el caso de nuestra localidad ha surgido desde hace unos meses Ganemos Pinto. En esta confluencia ciudadana, los diferentes puntos de partida de cada una de las organizaciones políticas y sociales que han promovido la confluencia, así como de los ciudadanos que se han unido y se irán uniendo en un futuro, no deben ser obstáculo para la consecución de amplios consensos para avanzar en la transformación del municipio ya que, en lo esencial, todos compartimos las mismas inquietudes y similares objetivos. Es decir, estos consensos no deben tomarse como el punto de partida sino como el fin de una de las etapas que tocará recorrer para conseguir el fin último que no es otro que la transformación social y política del municipio. Ni siquiera una hipotética victoria electoral debería ser tomada como punto de llegada del proyecto, puesto que sin una transformación real, las fuerzas y los intereses del régimen actual volverán antes o después a tomar el poder y a deshacer todos los avances que se realicen hasta entonces.

En resumen, las formas no debieran marcar ninguna línea roja que diesen al traste con lo que en el fondo nos une, que es la diferente forma de entender la política y la defensa de los intereses de la ciudadanía sobre otros ajenos a esta. Si conseguimos desarrollar los puntos anteriormente descritos, conseguiremos desarrollar un verdadero proyecto de cambio, transformador, que consiga recuperar la política para y por la ciudadanía, y que ponga a esta como sujeto principal de aquella, haciéndola destinataria de todas sus actuaciones, con el fin último de poner la política al servicio del ciudadano, con el único propósito de la mejora de las condiciones de vida de estos.

Carlos Barrero

Carlos Barrero

Inconformista por naturaleza. Defensor de causas perdidas. Activista sindical y militante de MIA Pinto y Ganemos Pinto. http://www.cabalarojo.blogspot.es

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