Opinión

La cacería

¡Qué lejos queda aquel tiempo de la movilización de la inocencia!: La democracia representativa iba en paralelo con la participativa, y las decisiones tomadas por los representantes del pueblo estaban sujetas al plebiscito cotidiano al que los medios daban voz.

Llega un tiempo electoral y los partidos políticos se movilizan para capturar votos. Luego descubrimos que, unos más que otros, se dedican además a embolsarse euros, que son de todos, a ocupar instituciones que deberían permanecer independientes, a colocar a los suyos extendiendo el clientelismo y la red de influencias, aunque sea al precio de precarizar la vida de las personas y a la sociedad en su conjunto, a favorecer las manos que les mueven la comba, y los españolitos de a pie descubren que para esa gente son presa a cobrar, y se niegan y se indignan. El sistema está en peligro, porque no cabe una democracia sin ciudadanos.

Cuando tal amenaza se produce, no dudan en poner paliativos y no antivirales; a tratar de mentir al enfermo, la sociedad que ya no convive en calma, tratando que comulgue con las ruedas de su molino. Y surgen cosas tan chuscas como cuando Rajoy habla de “pequeñas cosas”, de “presunción de inocencia”, de “dejar trabajar a la justicia”, o cuando convierte su presencia en el Senado en una declaración sin periodistas que puedan preguntar, y sin que los senadores puedan cambiar sus interpelaciones.

Incluso, acaso creídos de su propia película, pretenden reinventar la historia como si la sociedad no tuviera memoria, como cuando Esperanza Aguirre llega a afirmar que el Partido Popular llegó al poder en el año 95 como un partido limpio, olvidando el Tamayazo, o dice que el Caso Gürtel en Madrid lo destapó ella, y tiene que ser el entonces concejal de su partido en Majadahonda, José Luis Peña, quien la recuerde que fue él quien lo destapó, que lo puso en conocimiento de su portavoz, y fue ella quien, con palabras gruesas según hemos podido escuchar, se negó a recibirles.

Mientras tanto, la sociedad sufre y se indigna, y Rajoy pontifica que “no es momento de debate”. Pues no, Sr. Rajoy, no lo podrá parar, y aunque tenga bajo su ámbito de influencia a medios de comunicación beneficiados por ampliaciones de capital, es tiempo de que la justicia actúe; de que usted, como Presidente del Gobierno, de cuentas en el Congreso en sesión extraordinaria, y de que los medios de comunicación no afectos, como La Voz de Pinto, transmitan la voz de la ciudadanía en sus diferentes registros. No es tiempo, como usted pretende, de consensuar un gran pacto de los partidos contra la corrupción, sino de que cada partido se abra las entrañas, se purgue ante la opinión pública, con luz y taquígrafos, porque si un día la justicia depurará responsabilidades mediante sentencias firmes, es en la política donde hoy nos la estamos jugando, y de esa es usted quien tiene las riendas, en España y en su partido.

¿Sabe por qué? Pues no sólo porque se lo debe a toda la sociedad, que está que hierve, sino porque en su propio partido, los hombres y las mujeres de bien están igualmente desolados, y ya no se les aplaca con palabras, y crece la idea en el conjunto de la sociedad de que no se trata de unos pocos que son como la moscarda en la carne, sino que estamos ante una corrupción sistémica, que además da ocasión a populismos que escarban en las heridas, pero no tienen soluciones que no sean el asalto a los cielos del poder.

Salga de su poltrona, Sr. Rajoy, y actúe. Limpie en su partido lo que le toca; saque las alfombras a la calle porque estos que dicen casos puntuales pueden dar en gangrena, y hágalo también la oposición en lo que le compete. Quedan pocos meses para las elecciones municipales y autonómicas, y el cabreo general no se cura en un día, y el juicio moral y político de los ciudadanos se extiende a los próximos de aquellos que han sido detenidos e imputados. Que esto lo escuche también Tomás Gómez, que puede verse afectado. Aún sin tener nada que ver con el comportamiento político de Fraile en Parla, la imagen pública, tener un costado débil y al descubierto por donde te pueden clavar argumentos en el debate electoral que se avecina, es cuestión a tener en cuenta.

La sociedad española ya no es presa fácil de cazar, y estamos hartos.

Ángel Martínez Samperio

Ángel Martínez Samperio

Técnico Superior en Relaciones Públicas; Licenciado en Ciencias de la Información, rama publicidad y relaciones públicas; diplomado en Marketing Management; diplomado Product Manager; diplomado en imagen corporativa; acreditado como experto colaborador del antiguo S.E.A.F P.P.O, luego INEM, y Licenciado en Teología.

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