Opinión

Partido Popular: Adiós a la Mayoría Absoluta

La decepción suele tener su más sólida base argumental en lo que llamamos expectativa, en su acepción menos posibilista. Tanto esperamos, tanto podemos decepcionarnos. El rango lo marcamos cada uno de nosotros en función de nuestra inteligencia, a veces de dominio irracional por determinados deseos irrenunciables.

Cuando en Pinto el PP obtuvo la mayoría absoluta, con la inestimable ayuda de las suicidas estrategias de PSOE e IU, flotaba en el ambiente una bruma de esperanza falsa, nutrida más por anteriores experiencias decepcionantes que por reflexiones garantes. En definitiva, pesó más lo malo conocido que lo malo por conocer. Y eso es responsabilidad de quien ejerce el voto; aunque, sin duda, contribuye de forma definitiva el tono embaucador con que se presentan muchos programas electorales que no llegan a cumplirse, o cuyo cumplimiento se envuelve muy bien en un celofán de imagen y oportunismo.

El pasado fin de semana, el PP celebró en Pinto una macrofiesta de nominación de candidaturas. Un espectáculo contra el que no estoy (siempre que lo paguen sus militantes y no otros), pero que no me parece especialmente necesario. Sin embargo, este espectáculo, podría bien ser un acto necesario si, como espera la ciudadanía, sirviera para decir la verdad, para no enmascarar el sostenimiento de imputados y de personas señaladas por corrupción de forma evidente y para sostener una política de terribles consecuencias sobre los débiles y de grandes márgenes de beneficio para los osados con grandes cuentas corrientes y pendientes.

Y me apena que una persona a la que aprecio, aunque no obtenga mi voto, una persona con la educación y el respeto necesario en el trato, como es la candidata por Pinto, Miriam Rabaneda, vaya a sufrir el acíbar de la derrota por no pasar esa línea de rebeldía que en un momento determinado distingue a las personas interesantes de la meramente interesadas.

Qué gran oportunidad han tenido de decirle a Esperanza Aguirre que lleva más de 30 años viviendo de la “mamandurria” que ella detesta y critica; para decirle que el poder no corrompe sino que desenmascara, y que toda la artillería de supuesta honradez que desplegó contra el gobierno del PSOE, ha quedado en pólvora mojada cuando su partido hace lo mismo. De decirle a Ignacio González que los niños obesos –drama sanitario también- no justifican la tragedia de los niños hambrientos, y que su inhumanidad le invalida para el servicio a la ciudadanía que es en su mayor parte la política. Qué oportunidad han tenido para reconocer que despidiendo a trabajadores y trabajadoras para conservar en su puesto a más de un cargo de confianza incompetente, no se crea empleo, sino más decepción y tragedias familiares. Qué oportunidad de reconocer los incumplimientos de promesas importantes. Qué oportunidad de demostrar que la humildad es mayor activo a largo plazo que el intento de perpetuación política. Qué oportunidad han tenido para dar a la ciudadanía algo de esperanza en un verdadero cambio, y no me refiero al de gobierno, que eso lo dirá la propia ciudadanía, sino al del concepto de hacer política, al cambio generacional, que es lo que realmente se demanda.

Por ello, una candidatura como la del PP está lastrada desde el principio por la asunción de intereses personales de supervivencia política, por estar alejada de un ideal colectivo, incluso con ideas no compartidas, pero ideal colectivo de convivencia, y no, repito, de supervivencia personal.

Por ello, el PP dirá adiós a la mayoría absoluta que actualmente le afianza.

José Luis Esparcia

José Luis Esparcia

Escritor

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