República, guerra y represión en Pinto

Pinto en los inicios de la Segunda República

 

Una vez vista cómo era la composición de la nueva corporación municipal, emanada de las urnas en las elecciones del 31 de mayo de 1931, en este artículo se muestra una clara imagen de cómo era el pueblo de Pinto, con su estructura socio-económica.

 

En el año 1931 Pinto tenía 2.411 habitantes. Pinto era un pueblo agrícola, que producía cereales, legumbres, vinos y aceites, y ganadero, que criaba ganado lanar y cabrío.

El alcalde, elegido en las elecciones del 31 de mayo, era don José Vázquez Frutos. El secretario del Ayuntamiento de Pinto era Francisco Sánchez Leiva, quien también ejercía de abogado en el pueblo. El juez municipal era Juan Laborda.

El párroco de Pinto era don Saturnino Salete Larrea, un cura muy culto que con sus iniciales (SSL) publicaba interesantes trabajos de vulgarización teológica. Haciendo gala de sus conocimientos astronómicos, afirmaba que el infierno podría hallarse en algún astro o planeta, donde se sufrían los horrores de las temperaturas elevadas y los intensísimos fríos que proporcionaban los fenómenos siderales.

En las escuelas nacionales los maestros eran Purificación, Rosario Sánchez Pérez, María Boix, Ponciano Malillos Blanco y Manuel Nieto.

El responsable de Teléfonos era Mariano Paniagua.

Las barberías de Pinto eran las regentadas por Fernando Gil, Gabino Marín y Pedro Moratalla.

Los cafés pertenecían a Antonio de Galdo, y el Café del Recreo, de Gervasio Casado; las tabernas de Pinto eran las de Guillermo de Dios, Feliciano Granados, Vicente Mendoza y Jesús González. Los estancos eran propiedad de María Casado y Ramón Rodríguez.

Las posadas que había en Pinto eran las de Feliciano Aguilar y la posada de la viuda de Hilario Casado y la de Vicente Mullor.

El Teatro que había en Pinto era el llamado Teatro Principal, el antiguo Pósito en el Egido. El cinematógrafo que existía en el pueblo era de Francisco Rosado.

Las carbonerías eran de Tomás Jericó, Juan Rojas y Blasa Torijano; las carpinterías eran de Ruperto Borreguero y Faustino Jordán; y Manuel Cuenca era el constructor de carros.

Las Casas de Beneficencia eran el Asilo de San José de las Hermanas de la Sagrada Familia de Burdeos; el Asilo de San Pedro para ancianos pobres, fundado por Pedro Faura Moreu; y el Asilo de Santa Rosa de Lima para ancianas pobres, fundado por Dolores Soria Zapatero.

Los médicos titulares de Pinto eran Ramón Fernández y Nicolás Jiménez Ortega; el practicante era Pedro Moratalla; la comadrona era María Salvador; y las dos farmacias que existían en Pinto estaban regentadas por Antonio Ruiz y José Ildefonso González. El veterinario era Gonzalo Barroso.

Las comunidades religiosas de Pinto eran las Hermanas Capuchinas, cuya superiora era sor María Ángela Silva y las Hermanas de la Sagrada Familia de Burdeos, cuya superiora era Sor Teresa Buterín.

Existía la célebre fábrica de chocolates, café y tés de la Compañía Colonial, propiedad de los hijos de Edmundo Méric, Alberto y Ernesto, que desde 1866 estaba funcionando en Pinto. También funcionaba en Pinto la fábrica de Mosaicos de Bernardo Infante.

El suministro de electricidad provenía de Benito Vidal, mientras el jefe de estación del ferrocarril de Pinto era D. Valentín Husta.

Los ganaderos de Pinto eran Francisco Batres y los hijos de Alfonso Batres. De ganado cabrío eran Justo Batres, Remigio Carrero, José Casado y Tiburcio González; y de ganado lanar eran Justo Batres, Remigio Carrero y Félix Creus.

Las herrerías eran de Cirilo Aguado y Francisco Pérez; la hojalatería de Francisco Cámara. También había un ingeniero industrial llamado Ignacio Maceres. Los pintores del pueblo eran Manuel Fernández y Federico Sánchez y los maestros albañiles eran Nemesio Aclecio, Feliciano Alcalde, Luis Granados, Bernardo y Emiliano Infante.

Las modistas eran Dolores Hernández y Rosario Torres. La zapatería de Pinto era de Mariano Cobos. Los comercios de tejidos eran de Bonifacio Gómez, Tomás Granados y Francisco Raduel.

Las panaderías que tenía Pinto eran de Bernardo Catamel, Carlos Martín y Justo Pérez; las pescaderías eran de Gregorio Hermida, Ildefonso Salgado y Ángel Vázquez; la salchichería era regentada por Bernardino García; mientras las carnicerías eran de Victorio Batres, Alfonso González y Bernardino Martínez. Las abacerías, las tiendas donde se vendían al por menor aceite, vinagre, aguardiente, bacalao o legumbres secas,  eran de Carlos Aguado, El Buen Fin, cooperativa obrera, Francisca Navarro, Julio Rodríguez y Agustín Germán.

Los propietarios del pueblo eran Ricardo Batres Claramunt, José de Galdo, la viuda de Pedro Loarte, Adrián Pérez, Gregorio Pérez y Federico Rubín de Celis Escolar.

Las sociedades que existían en Pinto eran El Buen Fin, el Centro Republicano Radical Socialista, el Centro Socialista, el Círculo de la Amistad, La Fraternidad, San Isidro, Santa Cecilia y el Sindicato Agrícola.

Por último, las prensas de aceite eran de Félix Creus y Gregorio Pérez, mientras la cosecha de vinos era de Isidro Batres, Félix Creus y Francisco Pérez.

Mario Coronas

Mario Coronas

Licenciado en Periodismo y Humanidades por la Universidad Carlos III de Madrid. Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad Europea de Madrid. Técnico Superior en Realización de Audiovisuales.
Dirección general en La Voz de Pinto

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