Opinión

Es la estúpida Economía

Quizás muchos de ustedes habrán oído la famosa frase “Es la economía, estúpido”. Esa es la frase con la que se popularizó uno de los puntos de acción de la campaña de Bill Clinton, “La economía, estúpido”, como referencia interna del equipo de trabajo  para vencer a Bush padre. Se utilizó para enfocar en la campaña en la importancia de los problemas cotidianos y de las necesidades más inmediatas de los ciudadanos.

A lo que hemos llegado hoy en día es a sufrir esa palabra, Economía, como la herramienta política por excelencia, de tal modo que todos los demás medios políticos parecen pasar a un segundo plano si esa se ve resentida. Pero pasamos por alto  la metamorfosis sufrida en esta última frase, la transformación de una herramienta en un ente. Lo que ocurre es que nos lo muestran sólo como un conjunto de cifras concretas que dicen definen nuestra situación futura, pasando por alto el presente que es el que más padecemos y, curiosamente, teniendo como resultado casi siempre la mejora presente de cierto grupo minoritario. El ser humano, en su imperfección, se ve más motivado por lo inmediato, de ahí su gran dificultad en planificar y, sin embargo, nos venden los sufrimientos presentes como el camino a un futuro mejor que nunca llega; en resumen, una torpeza mayúscula que se usa conscientemente ya que condescendemos.

Para esclarecer un poco el mal uso  que se deriva de esa palabra lo más adecuado es que analicemos la base teórica (económica) de las acciones (económicas) tomadas para el manejo del ente (Economía… nótese el mantra de elevación espiritual que produce la repetición constante del vocablo y derivados). Y qué mejor que empezar con el mayor defecto que existe en el sistema económico mundial desde hace cientos de años. En el libro “El Capital del Siglo XXI” del economista francés Thomas Piketti explica, muy a grosso modo, que mientras los ingresos globales de las naciones crecen a un ritmo anual aproximado del 1,5% el rendimiento del capital es del 4%. Una diferencia del 2,5% puede resultar en poco más de 20 años que, partiendo de la misma cifra, una sea el doble que la otra. Todo esto ha ido incrementando las desigualdades económicas durante siglos, salvo el periodo de las guerras mundiales que hizo prácticamente “tabula rasa” con la riqueza histórica, pero en 4 décadas desde 1970 las diferencias económicas han vuelto a ser prácticamente las mismas que las existentes a principios del siglo XX. Y los distintos gobiernos de los países, más allá de acordar una práctica en común que regule este gran defecto del capitalismo lo que hacen es entrar entre ellos en una guerra fiscal para atraer capitales, sobre todo a través de hacer atractivos sus países para los “mercados” financieros. Pero tenga presente que a ningún economista de nuevo cuño (ni los viejos, es lo mismo) saldrá en los medios de comunicación denunciando este asunto, salvo tres marginados que se dedican a ponerlo en evidencia en foros menores o en esbozos de programas económicos de partidos “bolivarianos”… bendito Bolívar.

Si pasamos al terreno de la ciencia, les recomiendo que vean el documental (no la película) “El poder del dinero” (1) que se emitió en su día en Documentos TV. En el mismo se presenta las dos principales corrientes de economistas enfrentados hoy en día, los racionalistas y los behaviouristas (del comportamiento). Básicamente los racionalistas defienden que el ser humano es racional y como tal actúa y ello lleva a un mercado en equilibrio, mientras que los behaviouristas rebaten esto con las investigaciones hechas sobre el comportamiento humano que demuestra que cuando tratamos con dinero se activa la zona del cerebro que también lo hace con el sexo o el miedo por ejemplo, justo la parte más irracional, y que nuestro comportamiento dista mucho de ser racional en cuanto entramos a analizar el mismo. Hay mucha literatura de referencia, como por ejemplo “El cisne negro” de Nassim Taleb (analiza sobre todo los errores de percepción que tenemos en cuanto a ver orden en nuestro entorno cuando realmente lo que domina es la casualidad) o también “Pensar rápido, pensar despacio” de Daniel Kahneman, parecido al anterior pero que relata muchos experimentos sobre la capacidad de percepción de las personas y lo mucho que fallamos. Una joya de este último es cuando relata el trabajo que le encargó una empresa de inversiones para valorar en qué medida la mano experta de los inversores de la empresa repercutía en la rentabilidad de las inversiones, llegando a la conclusión empírica que habrían obtenido una rentabilidad semejante si  hubieran tomado las decisiones de inversión al azar, pero lo que creo que es más impactante es cuando presentó los resultados a los dueños de la empresa y éstos más que sorprenderse sonrieron y dieron a entender que eso ya lo sabían y que pasaba en todo el oficio.

Básicamente lo que se va intuyendo en todas estas lecturas es que lo que los mal llamados científicos de la economía (sobre todo los racionales) lo que hacen es sacar opiniones de sesudos análisis que al intentar hallar su plasmación en la vida real no hay manera de que encaje y, por tanto, con los medios y los contactos adecuados pueden forzar a la realidad a cambiar para que esta se adecue a lo que ellos llaman sus teorías. Es fácil recordar a los Chicago Boys de la década de los 70 y a su máximo exponente Milton Friedman, que aprovechó el golpe de estado de Pinochet en Chile para desembarcar allí y poner en práctica experimentos que bien podrían haber sido idea del mismo Hitler.

De una forma más amable podemos leer un capítulo del libro de Dan Ariely (experto en comportamiento humano) “Las trampas del deseo”, en el que desmonta  la supuesta ley fundamental que primero aprendemos los economistas, la de la oferta y la demanda. Básicamente esta hipótesis señala que en el mercado hay dos fuerzas independientes (nótese la atractiva idea de democracia diluida en el adjetivo), una la demanda de los consumidores que están dispuestos a consumir cierta cantidad de producto a distintos precios y otra la oferta de los productos que pueden producir distintas cantidades a distintos precios, y estas dos curvas donde se encuentran lo que marcan es el precio de mercado. Pero Dan Ariely demuestra que el ser humano no es capaz de dar un valor absoluto a un bien sino que siempre parte de un punto de referencia para poder hacerlo, es decir, que nos comportamos de tal modo que partiendo de distintas referencias daremos distintos valores a un bien, es decir que las dos fuerzas fundamentales de la oferta y la demanda no son independientes sino que la demanda depende de la oferta ya que el precio de referencia lo da siempre el productor (¿han oído hablar del precio recomendado?). La hipótesis en si está muy bien, suena bonita y amable, pero parte del supuesto (erróneo) que la demanda es racional y que es capaz de dar valores en términos absolutos.

Quizás, y para terminar, el caso más brillante (y triste) del mal uso del supuesto racionalismo económico humano está en la aplicación de la Teoría de Juegos de John Nash, en la que en su aplicación a la economía describe al individuo como un ser racional que busca la maximización de su beneficio y al interactuar con otros individuos con esa premisa entonces se consigue un juego en el que nadie pierde. John Nash es conocido popularmente sobre todo porque nos contaron su vida en la película “Una mente maravillosa”. El que la haya visto recordará que tuvo un problema muy grave de esquizofrenia… a lo mejor alguno puede pensar que es una falta de profesionalidad por mi parte usar de este modo el defecto de este genial matemático, pero hemos de tener en cuenta por un lado que los modelos de Teoría de Juegos se han utilizado en muchas ocasiones para la toma de decisiones de inversión, incluso para planificación económica, y por otro lado les invito a que vean la opinión del mismo John Nash del uso de estos modelos (2)

Se puede ver en este enlace

https://youtu.be/mjL1c4FnEzw

Se puede ver en este enlace (se trata de un vídeo de minuto y medio cargado en drobpox, extracto de un documental de la BBC llamado “El siglo del individualismo”). Recomiendo Firefox o Chrome.

https://www.dropbox.com/s/9y4izea5tjxt3k7/Nash.avi?dl=0

En caso de que alguno de los vídeos no se puedan ver, pueden mandarme un mensaje a través de mi perfil de Facebook y les facilitaré su visionado.

https://www.facebook.com/mafestu

Miguel Carrero

Miguel Carrero

Soy de Pinto
Trabajo de economista en una financiera de Telefónica, Telfisa.
Desarrollo desde casa con mi mujer una actividad empresarial englobada dentro de lo que se llama la nueva economía.
Tengo una formación de más de 20 años en la materia.
Llevo años estudiando el cambio económico en el largo plazo y la repercusión social que ello puede tener.
He impartido en jornadas económicas municipales conferencias sobre el tema.

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1 Comment

  1. Miguel Carrero
    28 junio, 2015 at 20:51

    El enlace al documental “El poder del dinero” actualizado

    https://youtu.be/mjL1c4FnEzw